feliz1

Desde hace un tiempo en mi muro de facebook se repiten una y otra vez un tipo de frases, del tipo: “Hoy voy a conseguir todo lo que me proponga. Las veo en posts de Paulo Coelho compartidos hasta la saciedad, en tazas de Mister Wonderful, en el estado de mis contactos y un larguísimo etcétera. Supongo que todos habréis reconocido las frases a las que me refiero. Sin casi darnos cuenta, esta especie de mantra se ha instalado en nuestra vida diaria. Realmente es fácil caer en el juego, y comenzar a auto repetirse estos mantras a diario, con la esperanza de que de verdad nuestra vida cambie y empecemos a ser felices. Tratándose, casi, de un acto de fe.

Yo misma, he de confesar, sucumbí al embrujo. Atravesaba un momento vital en el que me encontraba desorientada, frustrada, triste y sin ganas de hacer nada. Mimetizada con el invierno Santiagués y con el apogeo de la crisis económica. Ojeando libros en la librería me encontré con uno de Martin Seligman (el creador de la Psicología Positiva, y también de la “indefensión aprendida”, muy relevante para la psicología). Leí el título: “ La auténtica felicidad”, la sinopsis de detrás, y creí haber encontrado el modo de quitarme ese apatía de encima. Pero nada más lejos de la realidad. Es cierto que sentí un pequeño subidón de optimismo al finalizar el libro, pero retorné a mi estado apático un par de días después. Y olvidé el libro en el fondo de una estantería.

Vivimos en una sociedad que nos presiona para ser felices; sentimos el deber de ser felices, y por consiguiente de triunfar, de alcanzar nuestros sueños, de comprarnos cosas y de mostrarlas al mundo a través de las redes sociales. Hemos asociado, no sé en qué momento, malestar psicológico con fracaso personal. Con algo patológico que hay que extirpar de nuestra vida. Y todo esto se desarrolla en un contexto de crisis económica, en el que, más que nunca, muchas circunstancias no cambian aunque nos dejemos la piel en desarrollar la actitud más optimista del mundo.

La Psicología Positiva se basa en varios conceptos, uno de ellos la “ley de la atracción”. Esta ley defiende que los pensamientos conscientes e inconscientes influyen de forma determinante sobre la vida de las personas, argumentando que son unidades energéticas que devolverán a la persona una energía similar. La Psicología Positiva interpreta esta ley defendiendo que te conviertes en lo que piensas, por lo tanto, pensar en positivo te conducirá a la felicidad. Es decir que pensamiento se convierte en acción. Eso es tan cierto como que pensar en que te toque la lotería te convierte en millonario. O que un avión sobrevolando el océano con 200 pasajeros pensando que el avión se va a estrellar lo conducirá irremediablemente al fondo del mar. Podría poner un millón de ejemplos de este tipo, pero mejor voy a matizar la ley de la atracción con un ejemplo. Está claro que si tú vas a una entrevista de trabajo pensando que con tu curriculum puedes obtener el trabajo, que cumples los requisitos que piden, que estás preparado y acudes con una actitud amable, sonriente, bien vestido y pensando que desarrollarías el trabajo perfectamente; el empleador probablemente capte que estás receptivo y que tienes muchas ganas de trabajar.
En cambio, si acudes a la entrevista con el mismo curriculum pero crees que no estás a la altura del puesto, estás nervioso, esquivo, casi gruñón y muy parco en palabras, tu formación te favorecerá pero obviamente tu actitud no.
Con esto quiero decir que entiendo, en parte, a qué se refiere la ley de la atracción, pero de ahí a decir que lo que piensas se convierte en realidad, existe un océano de distancia.

Esta presión por ser felices, nos empuja a sentirnos frustrados y culpables cuando no lo conseguimos. Es lo que Held acuñó con el nombre: “Tiranía de la actitud positiva”. No hay nada malo en querer cambiar tu vida para mejor; sin embargo, tener que ser feliz a toda costa puede ser contraproducente. La creciente presión que vivimos para ser felices y alegres, reír y mirar el lado positivo, sin importar la dureza de la situación que estés viviendo, puede hacerte más mal que bien. Porque si te sientes mal por cualquier cosa que haya sucedido, y no consigues poner una cara feliz por más que lo hayas intentado, puedes terminar por sentirte peor. En resumen, no sólo te sientes mal por lo que te está afectando en primer lugar, sino además te culpas y te frustras porque no consigues sentirte mejor.
Esto se puede apreciar en terapia; si tenemos delante a un paciente muy deprimido y le pedimos que intente pensar en positivo, lo único que obtendremos es que se deprimirá más, es decir, el efecto contrario. Lo mismo si a una persona que está en plena crisis de ansiedad le decimos que tiene que relajarse, lo único que ocurrirá es que su ansiedad se incrementará.

Teniendo en cuentra el transcurso de mi post pensaréis que al final terminaré diciendo que lo mejor es ser pesimista, vivir anclado en que todo va mal, preparándonos para lo peor que pueda pasar. Pero no. Supongo que se trata más de una cuestión de equilibrio, y de que sea el momento oportuno. Mi madre es una persona muy pesimista. Ella siempre cree que una desgracia ocurrirá, y vive cada día intentando controlar lo que está en sus manos para evitar que esa desgracia ocurra. Cuando le dije que iba a dejar un trabajo indefinido para intentar ser psicoterapeuta, lo primero que me dijo fue que no iba a tener ningún paciente. Ella lo ve así. Si me dejara llevar por su opinión seguiría resguardada en mi zona de confort (entiéndase por trabajo indefinido), totalmente infeliz pero segura en el aspecto económico. Pero mi decisión no se basó solo en un chute de optimismo infundado, sino en una lista de pros y contras muy meditada y contrastada.
También se trata del momento oportuno. El pensamiento positivo funcionará sólo si las cosas nos están yendo bien. Entonces sí podremos conseguir que todo vaya incluso mejor. Pero probablemente sea porque mi percepción de autoeficacia crecerá. Por ejemplo, si lanzo este artículo a la blogosfera y alguna buena persona me dice que le gusta, mi percepción como escritora mejorará un poquito, y probablemente escriba algún artículo mejor a este porque me sentirá motivada y valorada.

Creo que debemos tratar de quitarnos de encima ese hándicap, en cierta manera impuesto por la sociedad, que supone encontrar la felicidad a toda costa. Necesitamos equilibrar un poco la balanza.
Si las cosas nos están yendo mal, lo mejor es aceptar la realidad. Dejar espacio para las emociones negativas, como el dolor, sufrimiento, la frustración, porque es lícito y totalmente saludable vivirlas cuando tenemos que hacerlo.
Una vez aceptada la realidad que nos ha tocado vivir, podremos sentar las bases de nuestro pensamiento constructivo (lo prefiero a pensamiento positivo). Un pensamiento basado en nuestros valores, en lo que nos mueve. Un pensamiento formado por pequeños objetivos que podamos transformar en acción. Porque de nada vale repetirnos 100 veces al día una serie de frases positivas si todo se queda ahí, en nuestro pensamiento.

2 thoughts on “Piensa en positivo y todo saldrá bien

  1. Me gusta! La positividad es parte de la felicidad. Hay que tomar decisiones y arriesgar cuando se cree en algo, pq si no se hace se arrepiente uno para siempre. He conocido a cientos de personas que viven amargadas por no dar el paso… Y también conozco a gente que un día de repente ha dado un vuelco a su vida, me imagino que no sin darle mil vueltas antes… Y de repente han cambiado de pareja, ha cambiado de trabajo o lo han dejado todo y se han lanzado a dar la vuelta al mundo… La vida es demasiado corta para dedicarle un sólo día más a algo que ya no te llena ni te interesa. ¡Ánimo! Hay vida fuera de la zona de confort 😀

  2. ¡Hola Rocío! ¡Muchas gracias por leerme y por escribir tu comentario!
    Estoy de acuerdo contigo, es muy importante ser optimista. Si no lo fuéramos no saldríamos de casa ni para ir a comprar el pan. Con lo que no estoy conforme es con la necesidad que nos imponen de estar siempre felices, y si no lo estamos por cualquier razón, que cambiemos lo antes posible ese estado. Creo que es importante que aprendamos a tolerar la tristeza, la frustración. Porque la vida, en no pocas ocasiones, es dura.
    GRACIAS

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.