EL DESAMOR
” El amor conlleva sufrimiento porque lo puedes perder, pero negarse al amor para evitar el sufrimiento no lo soluciona, ya que se sufre por no tenerlo. Entonces, si la felicidad es el amor, y el amor es sufrimiento, entonces, digo, la felicidad es también sufrimiento. Los dos lados del amor…”
Sonia, en Amor y muerte de Woody Allen
Una de las situaciones que más dolor y tristeza provocan al ser humano se da cuando la persona de la que estás enamorado decide romper la relación que mantiene contigo. Tú, de pronto, te encuentras diciendo: “me han dejado”.
Cuando estás enamorado de alguien y compartes una relación con esa persona, vives en una constante felicidad en la que sólo piensas en estar con la persona elegida. En tu cabeza, totalmente inundada por hormonas, “el juntos para siempre” es real (es ñoño sí, pero todos lo hemos pensado). No cabe la posibilidad de que esa persona te deje de querer y decida que no quiere estar contigo nunca más. Cuando de pronto te plantean esa situación, tu realidad y tu mundo cambian de un plumazo. Te dan una bofetada tremenda en toda la cara, pero se podría decir que es una bofetada muy habitual. Casi un suceso normativo, como tu primera relación sexual o tu primer trabajo. La mayoría hemos pasado por una rutpura y hemos vivido en el infierno por un tiempo.
Se pueden producir diferentes tipos de rupturas sentimentales, en las que múltiples variables pueden diferir (la duración de la relación, grado de enamoramiento, rupturas anteriores, el que deja y el dejado…). En este post me voy a ocupar de las rupturas bruscas, unilaterales, que no ves venir ni en un millón de años.
A quien más y quien menos le han roto el corazón alguna vez en la vida. Sí, me gusta hablar de “romper el corazón”, aunque suene un poco novelesco-telenovelero, porque realmente lo vives así. Además, investigando sobre el desamor he descubierto que si vas al médico te puede diagnosticar “síndrome del corazón roto”, o lo que es lo mismo “Cardiopatía de Takotsubo”.
Bien, entonces llega un buen día un mal día, en el que tu pareja te suelta, con cara de compungido, que quiere dejar la relación. ¡Oh, Dios!, piensas tú, esto no me puede estar pasando a mí, ¡yo te quiero con locura! Pero da igual, porque la otra parte en este asunto ya ha decido que no quiere estar contigo.
Desde ese terrible momento, atraviesas una serie de etapas, a lo que vamos a llamar:
FASES DE UNA RUPTURA AMOROSA
Los expertos hablan de que se produce un “duelo amoroso” como consecuencia de una ruptura sentimental. Salvando las enormes distancias, es muy similar al duelo por la muerte de un ser querido. La diferencia entre ambos duelos, obviamente, es que en el duelo amoroso la persona que quieres sigue ahí, a 100 metros o a 100 kilómetros, da igual, pero ya no quiere estar contigo, nunca más.
La primera fase que atraviesas es la de Negación: tal como su nombre indica, no te puedes creer que esto te esté ocurriendo realmente. Todo iba bien, no hemos discutido ni nos hemos traicionado, ¿cómo que ya no quieres estar conmigo? Te preguntas y le preguntas constantemente. La negación es un mecanismo de defensa ante el shock emocional que estás viviendo. Obviamente para el que deja, ese shock no es tal, porque ya ha estado barruntando en su cabeza tiempo y tiempo que se produzca la ruptura sentimental. Tú realmente tienes esperanzas de que esto sea una locura transitoria y volváis a estar juntos. Te arrastras, te humillas y suplicas por favor, por favor, ¡no me dejes! Es duro reconocerlo, porque nos humilla y denigra como personas, pero en ese momento nos da igual dilapidar nuestro amor propio. Lo único importante es recuperar a la persona que quieres.
Suplicando que nos vuelvan a querer, nos metemos de lleno en la segunda fase: la de enfado y rabia. Nos damos cuenta de que nuestros ruegos no funcionan, la otra parte no está dispuesta a ceder. Ahora sale una explosión de ira, enfado y rabia. Gritamos, preguntamos qué demonios hemos hecho mal para que se produzca este trágico desenlace. Amenazamos: “cuando quieras recuperarme ya no estaré ahí para ti.” Y cómo no, el clásico “no vas a encontrar a nadie como yo ni que te quiera tanto como yo. Acabarás solo”
Tras el subidón producido por la ira, nos calmamos un poco y pensamos en buscar soluciones. Entramos en la fase de Negociación. Proponemos toda clase de alternativas para evitar la ruptura. Algunas soluciones incluso pueden causarnos mucho dolor (por ejemplo dejar de vivir juntos, o una relación abierta), pero no nos importa, porque perseguimos un único objetivo.
Al comprobar que la negociación está fracasando estrepitosamente (y no exclusivamente por causa de nuestras limitadas habilidades de negociación) entramos de lleno en la fase de Tristeza/dolor. Presas de la más absoluta inestabilidad emocional, lloramos hasta deshidratarnos, nos sentimos desesperanzados, tristes y culpables. Nos encerramos en casa, ponemos la canción que más nos recuerde a nuestro ex y lloramos desconsoladamente. Miramos fotos de épocas felices, todo lo que nos rodea nos recuerda a nuestra ex pareja y lo felices que éramos juntos. Nos revolcamos en el más absoluto fango emocional. Surgen pensamientos catastrofistas del tipo: “no me volveré a enamorar”, “nunca encontraré a nadie como él…”, “nadie me querrá nunca más…”. Echamos de menos tanto, tanto estar con la persona que queremos que duele enormemente. Junto a la tristeza aparece la ansiedad por saber cómo está, cómo le va, si ya está con otra persona.
Con mucho sufrimiento y dolor, poco a poco entramos en la fase de adaptación/ aceptación. Nos damos cuenta de que nada de lo que hacemos y pensamos hace que nos sintamos mejor, asimilamos la realidad. Nuestro ex ha dejado de formar parte de nuestra vida y ahora nosotros tenemos que empezar nuestra nueva vida sin él. Es el momento de redescubrir la vida sin pareja, llena de múltiples posibilidades.
Por último llegamos a la fase de superación. Esta es la mejor parte. Empiezas a disfrutar de estar solo, ya no llevas ese dolor a cuestas. Incluso ves a tu ex pareja y sientes cierta indiferencia. Recuerdas, en mayor medida, la parte buena de tu anterior relación y aprendes de los errores. Tienes más claro lo que quieres y lo que no quieres en una relación de pareja.
Consejos para sobrellevar una ruptura amorosa:
Si estás pasando por una ruptura sentimental es importante que sepas que, como en la mayoría de situaciones dolorosas de la vida, no hay pastilla que cure el desamor. Lo siento, tienes que atravesar de lleno todo el proceso: llorar, maldecir, enfadarte, desesperarte y sentirte a las puertas del fin de tus días. Debes pasar por todo eso. Lo que sí podemos ofrecerte los psicólogos es ayuda profesional si ves que no consigues superar la ruptura en un tiempo, y ciertos consejos para allanar un poco el camino. Ahí van:
- Ármate de paciencia. Es tu mayor baza. Piensa que por ahora nadie ha muerte de desamor (corregidme si me equivoco, por favor). Date tiempo, porque es lo único que realmente cura el desamor (suena a tópico pero es así).
- Arrástrate, suplicando retomar la relación, lo menos que puedas. Todos lo hemos hecho, disparando nuestros últimos cartuchos. Cuando seas consciente de que te estás humillando a ti mismo piensa que, cuando nos han dejado de querer, una relación de par-eja ya no tiene sentido. Aunque te pongas a hacer el pino puente, si ya no te quiere da igual lo que hagas porque no volverá. Piensa que en no pocas ocasiones la finalización de un amor equivocado abre la perspectiva, nada despreciable, de no tener que sufrir durante X años la convivencia con alguien que no te quiere o que ha agotado la capacidad para quererte.
- Deja de regodearte en el pasado, de pasarte horas desgranando la relación, analizando qué falló, o que crees que hiciste mal. Nadie hizo nada mal. Las relaciones son así, empiezan y un gran porcentaje de ellas acaban.
- Controla todo lo que te recuerde a tu ex pareja. Sé que si vivís en el mismo pueblo es difícil, pero puedes intentarlo. Por ejemplo, deja de ir durante un tiempo a vuestros restaurantes favoritos, al parque dónde paseabais, o al cine de vuestra primera cita. Deja de escuchar la música que disfrutábais juntos. Mete las cosas que más te recuerden a la relación en una caja, y guárdala en un sitio escondido.
- Es importante que te cuides y te mimes. Intenta comer bien, hacer deporte y ponerte guap@. Nuestra autoestima cae en picado tras una ruptura, por eso hay que alimentarla.
- No te encierres en ti mismo. Sé que por momentos lo único que quieres es meterte en la cama y llorar todo el día, suplicando a Dios, Buda o a quien sea que tu pareja vuelva. Puedes hacerlo, pero sólo un poquito. Es importante que sigas con tu trabajo, tus estudios, tu rutina. Aunque cueste enormemente. Y si puedes introducir alguna actividad nueva sería genial.
- El famoso dicho de un “clavo quita a otro clavo” no funciona. Ahora no es el momento de empezar otra relación. Lo mejor es que estés un tiempo en barbecho dando un periodo a tu corazón para que se recupere y cicatrice.
- Rodéate de gente que te quiere. Habla con ellos sobre tu dolor. Compartir tus sentimientos con amigos o familiares es positivo.
- Evita, y si puedes elimina, todo contacto con tu ex pareja. Es común que el que deja la relación proponga mantener una amistad. Pero no es lo adeacuado, o por lo menos no en este momento. Lo mejor es evitar todo contacto.
Si en estos momentos estás viviendo una ruptura sentimetal sé, por propia experiencia, que estáras sufriendo un dolor inmenso. No creas que vivirás perpetuamente anclado en este dolor. Cuando el dolor empieza a menguar, que lo hará, verás la relación y la ruptura con cierta perspectiva. Desde otro ángulo. Aprenderás de la experiencia que has vivido y saldrás fortalecido. Y aunque ahora te parezca imposible, volverás a creer en el amor.